-Bernardo, en los noventa siempre se lo acusó de estar con el poder menemista...
-Los que me señalan siempre fueron periodistas. Me criticaban pero ahora están con el poder. Héctor Timerman es cónsul en Nueva York y Martín Granovsky, que me decía que cerca del poder no había que estar, ahora es director de Télam. Miguel Bonasso era el jefe de mi redacción, en el ‘72. Y Horacio Verbitsky, que trabajó en mi revista, hoy es asesor del Presidente. Me di cuenta de que no hay que estar cerca, hay que estar adentro.
Era una mañana fría del 5 de agosto de 2006. Bernardo Neustadt me esperaba en su casa de Martínez. Llegué puntual. En el camino, miles de cosas me pasaban por la cabeza: yo, un pendejo de 21 años tenía que enfrentar en un reportaje al creador de "Tiempo Nuevo", que con 81 años estaba más carcamán que de costumbre.
La casa era enorme, una verdadera mansión. "Siempre se comentó que esa casa se la regaló Yabran", me habían avisado la tarde anterior en la redacción. "Acá vive un periodista", decía una placa de cerámica, arriba del timbre. Mientras miraba el gran jardín, me hacía ruido la imagen del "Cartero". Se lo voy a preguntar.
Era una mañana fría del 5 de agosto de 2006. Bernardo Neustadt me esperaba en su casa de Martínez. Llegué puntual. En el camino, miles de cosas me pasaban por la cabeza: yo, un pendejo de 21 años tenía que enfrentar en un reportaje al creador de "Tiempo Nuevo", que con 81 años estaba más carcamán que de costumbre.
La casa era enorme, una verdadera mansión. "Siempre se comentó que esa casa se la regaló Yabran", me habían avisado la tarde anterior en la redacción. "Acá vive un periodista", decía una placa de cerámica, arriba del timbre. Mientras miraba el gran jardín, me hacía ruido la imagen del "Cartero". Se lo voy a preguntar.
Recuerdo que eran las 9.30 pasadas. "El señor lo está esperando", me dijo la mucama que atendió mi llamado al portero. El living parecía la sala de estar de un hotel de alta categoría. Sentado en uno de lo sillones lo esperaban Cecilia Pando y Rodolfo Terragno. No se hablaban. Era como la sala de espera de un médico. Era una imagen bizarra y rara. Al minuto apareció Nesutadt vestido de negro, me saludó y me invitó a pasar a su escritorio.
Era un tipo cálido, con un gran temperamento. Había cruzado sólo tres palabras con él y ya había notado en él un notable poder de seducción, propio de los políticos o de tipos con muchas cualidades para comunicar. Carismático, siempre sabía que quería. "Recién termino mi programa de radio. Todos los días me levanto a las 5 de la mañana para grabar editoriales. Ya voy a ver que hago con las grabaciones", me decía mientras abría la ventana de su estudio y le daba indicaciones al fotógrafo. Es decir, un tipo de más de 80 años, con mucha plata, que tuvo lo que quiso y que estaba más cerca de estirar la pata que otra cosa, se levantaba todos los días a grabar un "programa" que sólo él escuchaba . "Está de la cabeza", pensé cuando la entrevista ya había terminado y me volvía a la redacción.
"¿No creé que la gente se cansó de Neustadt?", fue mi primer pregunta. Sí, eso se llama sutileza. Mi miró fijo y se enojó. "Chau, la nota no la levanto más", pensaba mientras trataba de arreglar el descalabro de mi pregunta. Pasaron los minutos y la cosa se mejoró. Hablamos de todo. Bueno, en realidad el que hablaba era él. Yo sólo escuchaba y metía preguntas entre silencio y silencio. “Todavía no puede devolver 500 millones de Santa Cruz, y ahora le decimos que gaste cientos de millones y después que no nos rinda cuentas. A nadie le puede pasar esto, sólo a nosotros; es producto de la apatía argentina", fue una de las tantas frases que tiró contra Néstor Kirchner. "Berni", no se cansaba de repetir conceptos sobre la psicología del matrimonio K: “El Presidente tiene una psicopatía perversa. El psicópata hace mal, pero como no se da cuenta, lo sigue haciendo. El psicópata perverso sí se da cuenta, pero lo sigue haciendo porque le gusta humillar”, me dijo, mientras me pedía que no deje de reflejar eso en la nota.
Era un tipo cálido, con un gran temperamento. Había cruzado sólo tres palabras con él y ya había notado en él un notable poder de seducción, propio de los políticos o de tipos con muchas cualidades para comunicar. Carismático, siempre sabía que quería. "Recién termino mi programa de radio. Todos los días me levanto a las 5 de la mañana para grabar editoriales. Ya voy a ver que hago con las grabaciones", me decía mientras abría la ventana de su estudio y le daba indicaciones al fotógrafo. Es decir, un tipo de más de 80 años, con mucha plata, que tuvo lo que quiso y que estaba más cerca de estirar la pata que otra cosa, se levantaba todos los días a grabar un "programa" que sólo él escuchaba . "Está de la cabeza", pensé cuando la entrevista ya había terminado y me volvía a la redacción.
"¿No creé que la gente se cansó de Neustadt?", fue mi primer pregunta. Sí, eso se llama sutileza. Mi miró fijo y se enojó. "Chau, la nota no la levanto más", pensaba mientras trataba de arreglar el descalabro de mi pregunta. Pasaron los minutos y la cosa se mejoró. Hablamos de todo. Bueno, en realidad el que hablaba era él. Yo sólo escuchaba y metía preguntas entre silencio y silencio. “Todavía no puede devolver 500 millones de Santa Cruz, y ahora le decimos que gaste cientos de millones y después que no nos rinda cuentas. A nadie le puede pasar esto, sólo a nosotros; es producto de la apatía argentina", fue una de las tantas frases que tiró contra Néstor Kirchner. "Berni", no se cansaba de repetir conceptos sobre la psicología del matrimonio K: “El Presidente tiene una psicopatía perversa. El psicópata hace mal, pero como no se da cuenta, lo sigue haciendo. El psicópata perverso sí se da cuenta, pero lo sigue haciendo porque le gusta humillar”, me dijo, mientras me pedía que no deje de reflejar eso en la nota.
Sobre su escritorio tenía un pisapapeles que simulaba ser un fajo de dólares. Era muy real, y teniendo en cuenta su carrera, era como si el adorno hablará por si mismo. Detrás mio había un enorme cuadro. Era un pintura de Neustadt, parecía una imagen de algún rey de la edad media. Un ícono casi monárquico. De un lado lo tenía al cuadro y de frente lo tenía a él. Estaba rodeado.
Todo el tiempo repetía que los grandes del periodismo actual, que hoy lo señalan con el dedo, le debían su carrera a él. La entrevista duró más de dos horas. Después de las preguntas sobre política hablamos de Racing y me invitó a participar del desayuno. Esa mañana, además de Pando y Terragno, estaban algunos estudiantes universitarios que el apadrinaba. "Lo hago todos los sábados, con distintos invitados", me aclaró. Le dije que no y le agradecí la invitación. Me dio la mano, su tarjeta personal y se retiró. Terminé de acomodar mis cosas y nos fuimos. Antes de pasar por la puerta, pude observar como era el tema del desayuno. Neustadt, sentado en la cabecera, conducía una especie de debate como si estaría en la televisión. Era verdad, sólo él podía juntar a Pando y a Terragno en un mismo ambiente. El lunes siguiente a la entrevista, gran parte de los estudiantes que lo seguían convocaron a una "Plaza del No", en "defensa de la constitución", él los apoyó. La marcha fue un fracaso, el periodista sólo dio una vuelta a la pirámide, acompañado por un montón de señoras de barrio norte que defendían a los militares. Pedían que se vayan "los montoneros" del poder y gritaban un par de gansadas sin ningún tipo de filtro.
Fue cómplice, impulsor y propagandista de la dictadura genocida, funcional y socio al poder político menemista y al empresariado. No lo considero un ejemplo de periodista y sus ideas estaban lejos de las mías, pero el hombre, perdido en el ostracismo, pasó a mejor vida y lo respeto. Otro se encargará de juzgarlo, aunque algo característico en nuestro país, ya salieron todos los notables y correctos periodistas a señalarlo con el dedo, porque queda bien y total, ya esta muerto. Mientras pensaba en eso, recordé otra de sus frases el día que lo entrevisté: "Ahora estoy escribiendo un libro que se va a llamar Post Mortum. Se va a publicar después de mi muerte para que le hagan juicio al cadáver. Cuento cosas que a lo mejor en vida no conté para no mortificar a cierta gente”. ¿Dónde estarán esos borradores?, seguramente, como tiembla más de uno, se encargarán de que esos cuadernos sean sus compañeros de viaje.
Berni hizo una de las suyas. Neustadt, que parece que todo lo hizo a propósito, se murió el día en que Mariano Moreno fundó la "Gazeta de Buenos Ayres". Una especie de venganza, para que sus detractores lo recuerden siempre. El tipo fue un ícono de una epoca, bueno o malo, pero marcó una era del periodismo.
Mientras veía las notas sobre su muerte en los noticieros y leía las columnas de opinión, pensaba en que siempre me va a quedar una duda. Nunca le pregunté lo de su casa y Yabrán. No me animé.
10 comentarios:
excelente esta breve crónica...
cuando me enteré lo del carcamán este, en medio de un asado por el día del periodista, no pude más que esbozar una sonrisa irónica...
son las gambetas del destino, como la muerte del pinocho el día de los derechos humanos...
ah, por último, que bueno que hayas arrancado asi la nota...
Virginia
"Fue cómplice, impulsor y propagandista de la dictadura genocida, funcional y socio al poder político menemista y al empresariado".
No sé si impulsó la dictadura, sí sé que a los que impulsaban otras cosas nadie los juzga. En cuanto a lo de funcional al poder político menemista, que yo sepa al menemismo lo votó la gente. ¿Vas a acusar a todos los que lo votaron también?
Estoy recontrarepodrido de lo políticamente correcto, y ese párrafo tuyo lo es.
"Fue complice, impulsor, etc. etc..." un poco harsh tu critica con alguien que tuvo la deferencia de invitarte a su casa. Me parecio mas ajustada esta "El tipo fue un ícono de una epoca, bueno o malo, pero marcó una era del periodismo."
Don Bernardo seguirá pidiendo desde el lugar dónde esté :
"No me dejen sólo!!".- Sería bueno mandarle unos cuántos paisanos para que le hagan sana compañía.
Se aceptan sugerencias...
Pibe , me gusta tu audacia aunque seas políticamente incorrecto. No aflojes.
¿Políticamente incorrecto? ¿Pegarle a Neustadt políticamente incorrecto? Creo que es más bien al revés. No encuentro que en este texto haya nada diferente de lo que podía encontrarse en tantos otros que han caído en previsibles lugares comunes desprovistos de un mínimo de creatividad. ¿Cuántos programas de Neustadt vio Juan Cruz Sanz en la década del 80 o el 90, épocas en las que lo acusa de tantas cosas?
Por último, bien lo dice Rex: Pegarle a un tipo recién muerto que te recibió en su casa y te invitó a su mesa cuando eras apenas un aspirante a periodista de 21 años me parece, por lo menos, de mal gusto.
Que fantástico! Espero que alguna vez tenga la misma oportunidad de poder entrevistar a esta clase de personajes.
Hacer el ejercicio de escuchar las opiniones de las personas que no concuerdan con nuestros ideales es una dura pero enriquecedora experiencia. !que cuadro encontrar a Pando y a Terragno!, te debiste haber sentido en la dimensión desconocida.
La muerte de Bernardo.. significan muchas cosas a la vez con el periodismo. Es el claro ejemplo de como uno debe lidiar (o negociar) entre la profesión y entre sus códigos éticos y morales.
¿Quienes son los periodistas que ahora ocuparán el puesto de Bernardo?
Saludos
Me gustó mucho este post.
Saludos.
interesante.
tenes el link de la nota que salió publicada?
http://tao777.blogspot.com/2008/06/tarde-pero-seguro.html
Nunca me simpatizo sus pensamientos, ni su idiologia.
Jamas me dio mucha importancia mas alla de que tuvo años de muchos reconocimiento en su labor de periodistico etc.
Pero me pongo de tu parte y es lindo contar una experiencia de esta indole mas alla de todo lo que te dije anteriormente.
De haber entrevistado a estas personas.
Excelente cronica juan... me gusta como escribis.
(:
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