Publicada el 23 de enero de 2003. Adivinen quién la escribió.
Puede ser un refinado aunque insólito argumento para una novela de misterio, que el único que percibe que hay un cadáver sea el propio muerto. Más insólito es que también sirva para explicar al peronismo actual. La idea de no realizar internas enriquece la convicción de que hoy el partido peronista no existe, a lo sumo algunos dirigentes comparten un pasado y muy pocos el futuro.
Mientras Néstor Kirchner todavía era un líder independiente, representaba un proyecto progresista, una opción que hacía décadas no surgía en el firmamento peronista. Es una pena que, en busca de una victoria electoral, se haya aliado con un peronismo heredero del conservadurismo bonaerense, fraudulento y autoritario, que se enseñoreaba en la región durante la década infame.
Una alianza más extraña que aquella de amargo recuerdo. Si un Frepaso más poderoso que el kirchnerismo y un radicalismo menos autoritario que el duhaldismo terminó en tamaño fiasco, es difícil no aventurar con un mayor infortunio de una nueva entente entre dos bandos que insisten en llamarse peronistas.
¿Nuevamente los progresistas ofrecerán su voluntarismo a ser el rostro humano que se desvanece cuando se termina de contar los votos? Seguramente, Kirchner recordará que antes del 11 de marzo de 1973 aparecieron unas pintadas que decían: "Cámpora al gobierno, Perón al poder". 49 días alcanzaron para que Héctor Cámpora fuera desalojado de la Casa Rosada y la primavera se convirtiera en un aciago invierno. Chacho Álvarez duró un poco más, tal vez porque los radicales conservan mejores modales. ¿Y Kirchner? ¿Cuánto tiempo pueden durar sus promesas renovadoras frente a los caudillos bonaerenses o los señores feudales de las provincias norteñas?
Es común escuchar que la desunión del progresismo revela que no tiene vocación para llegar al poder. La verdad es más cruel. Ni Perón, ni Alfonsín, ni Menem, ni De la Rúa habrían ganado las elecciones sin el voto de este sector que siempre termina traicionado.
1 comentario:
Estamos hablando del amigo Timerman hijo, ¿no? Nuestro inefable canciller...
A este paso, no estamos lejos de un "Volvé Di Tella, te perdonamos todo".
Es un chiste.
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