EL CURA QUE LIDERA LA REBELION SANTACRUCEÑA
Por Carlos Romero / Suplemento El Observador Diario Perfil
Llegó hace un año y medio a Río Gallegos con la misión de limar las asperezas entre la Iglesia y el Gobierno. Hoy es uno de los hombres más populares y gravitantes de la provincia. Detrás de su figura, se encolumnan los opositores del kirchnerismo y los dirigentes gremiales. Para el oficialismo es una amenaza constante e inmanejable. Especulaciones sobre su futuro.
Llegó hace un año y medio a Río Gallegos con la misión de limar las asperezas entre la Iglesia y el Gobierno. Hoy es uno de los hombres más populares y gravitantes de la provincia. Detrás de su figura, se encolumnan los opositores del kirchnerismo y los dirigentes gremiales. Para el oficialismo es una amenaza constante e inmanejable. Especulaciones sobre su futuro.
Cuando el 25 de octubre de 2005 Juan Carlos Romanín supo de su nombramiento como obispo de la diócesis de Río Gallegos, una de las primeras cosas que se le escucharon decir fue que estaba sorprendido. También agregó que para saber cómo iba a ser su estancia en el áspero Sur, antes tenía que “ir allá a conocer”. Oídas a la distancia, con las torpezas cometidas por el oficialismo vernáculo y las marchas multitudinarias de por medio, las palabras del cura suenan religiosamente precisas. A sólo un año y medio de haber pisado el mismo suelo que viera nacer al presidente Néstor Kirchner, Romanín se ha vuelto uno de los hombres más populares y gravitantes de Santa Cruz, postergando quizás al atribulado diputado y gobernador interino, Daniel Peralta, y evidenciando las debilidades de un arco opositor que parece sobreexigido de cara a octubre próximo. Muchos candidatos deben soñar con la intención de voto que, sin proponérselo, seguro reúne la figura de Romanín, y una vez más queda en claro que el Gobierno tiene dificultades a la hora de neutralizar las críticas que le llegan desde la Iglesia.
De 52 años, el cura de boina y buzo polar, que desvela al oficialismo y al mismo tiempo se ha transformado en garante del frágil equilibrio que hace años vive la sociedad santacruceña, nació en Sarandí, Avellaneda, en el seno de una familia de tradición cristiana. De padre italiano y madre argentina, Romanín es el mayor de ocho hermanos y su formación es fuertemente salesiana. Por su perfil dialoguista y antecedentes de tarea social, su llegada a Río Gallegos fue inicialmente presentada como la opción ideal para limar las asperezas entre la Iglesia y el Gobierno, que ya por entonces amenazaban con calcificarse. Por eso, cuando el 7 de enero de 2006, y de forma inesperada, el Presidente se dejó ver en la ceremonia de asunción del nuevo obispo, esto fue rápidamente leído como “un gesto”. Romanín venía a ocupar el lugar que por 14 años tuvo monseñor Alejandro Buccolini, un hombre de edad avanzada que había cultivado una buena relación con el gobierno santacruceño. Eduardo Arnold, candidato a gobernador por el peronismo disidente, asegura que Romanín “es una bisagra en los obispos de Río Gallegos”, y remata: “Acá, la Iglesia se renovó; el que sigue igual es el Gobierno”. No es el único opositor que tiene expresiones positivas hacia el cura. Y no es para menos. “Hoy, nadie podría ocupar ese rol que él asumió al frente de los reclamos”, reconoce Arnold. Los rivales del Frente Para la Victoria y los gremios carecían de una figura que aglutinase la demanda social y que, al mismo tiempo, no estuviera vinculada a un partido, para marcar una distancia entre protesta y campaña.
Tiran nafta. Romanín nació el 4 de noviembre de 1954. Su padre, Carlos (hoy fallecido, al igual que su madre), supo ser militante de la Juventud Obrera Católica. En diálogo con PERFIL, Daniel Romanín y Marta de Lucio, hermanos del obispo, lo recuerdan como “un pibe común, que jugaba al fútbol muy bien, de 9, hincha de Racing y Arsenal”. Sus otros pasatiempos eran dibujar, coleccionar estampillas y tocar el bombo en grupos folclóricos. A los 11 años ingresó al Instituto Salesiano de Bernal. Los estudios superiores de Filosofía y Teología los cursaría en los seminarios de La Plata y Villa Devoto. En 1981, a los 27 años, fue ordenado sacerdote y siguió su formación en Quito, Ecuador. Hasta 1991, se desempeñó como formador de seminaristas y encargado de los Exploradores de Don Bosco, en Avellaneda. Antes de su designación en Río Gallegos, fue párroco en Ensenada y director de la comunidad salesiana de Mar del Plata.
Daniel y Marta sostienen que “la actitud que tomó Juan Carlos es coherente con sus convicciones y su postura ante situaciones similares en el pasado”. Lo definen como “un tipo que busca el consenso y no piensa en ser oposición, pero que ahí donde va no se calla lo que ve”. Y desde que llegó a Santa Cruz, parece que vio muchas cosas. “A mí me piden que contenga, que ponga paños fríos, pero bueno, si después tiran nafta yo no puedo hacer más nada”, advirtió Romanín.
Fue durante su paso por Ensenada donde el cura tuvo los primeros contactos con los gremios. Se vinculó con trabajadores de los astilleros y del hospital local. Marta agrega un dato sensible: “Si hubiese estado en Misiones, también se habría involucrado”. Pero aclara que le sorprendió el nivel de exposición asumido por su hermano. Antes de Santa Cruz, era conocido como un hombre de perfil bajo, ajeno al estrellato eclesiástico y hasta con ciertas dificultades para hablar en público. “Ese tema lo sufrió mucho, en las primeras misas se mareaba y tenía que tomar medicamentos”, cuenta Daniel. Lo mismo responde el religioso cuando en Santa Cruz le preguntan si le interesa la política: “No es lo mío –dice–, me cuesta hablar ante tanta gente”.
Así y todo, el pasado 21 de agosto, el mismo hombre marcharía al frente de una multitudinaria marcha en repudio al ex funcionario kirchnerista Daniel Varizat, que el viernes anterior había mandado al hospital a 17 manifestantes luego de atropellarlos con su camioneta 4x4. Bajo su paraguas religioso, que ha garantizado que no se sucedan las conocidas “contramarchas” organizadas por el oficialismo, donde suele haber hechos de violencia, se encolumnaron todas las caras de la oposición y los dirigentes de los gremios estatales. Como único orador, Romanín exigió a las autoridades “que asuman la responsabilidad de gobernar”, y reclamó “el cuidado de las personas, la libertad de expresión, transparencia en los fondos públicos y la libertad de los tres poderes del Estado”. Desde esa noche, la ortodoxia K sueña con el traspié electoral sufrido en Misiones a fines de 2006, a manos del movimiento encabezado por el obispo Joaquín Piña. Otros, más realistas, saben que la intervención de Romanín es lo que en gran medida evita que la olla a presión santacruceña vuele por los aires. Su buen trato con el gobernador interino es clave. “Peralta es un peronista tradicional, dialoguista, y también es de familia religiosa”, dice un opositor. “Tienen una empatía que con Carlos Sancho (anterior gobernador) nunca existió”. Aunque lo mascullen, hoy ningún funcionario de los gobiernos nacional y provincial critica en voz alta los pedidos del cura. Uno de los últimos que lo hizo fue justamente Varizat, hoy preso.
Obispos y cardenales. Con cierta simplificación propia del clima político, Romanín fue presentado por algunos medios como un obispo “amigo” del cardenal Jorge Bergoglio. Sin embargo, su hermano sostiene que no está seguro de que conociera personalmente al cardenal antes de que lo nombraran obispo. Un miembro de la Iglesia que sigue de cerca al Arzobispado de Buenos Aires confirmó a PERFIL que Romanín “no es un hombre del riñón de Bergoglio” y que eso quedó en claro cuando fue el vocero del Episcopado, el presbítero Jorge Oesterheld, el encargado de mediar entre la diócesis de Río Gallegos y las autoridades eclesiásticas, para informar sobre la situación vivida en el Sur. Al mismo tiempo que legitimaba la intervención de un obispo “cuando la paz social corre peligro”, Oesterheld dejaba en claro la independencia de Romanín respecto del Episcopado. “No tiene que pedir autorización para actuar”, dijo el vocero.
En la Iglesia atribuyen esta postura a cierto hartazgo en Bergoglio de verse siempre señalado como “el cerebro” detrás de todo hecho político-social que ponga en dificultades a la pareja presidencial. En cambio, como dice el entorno de Romanín, “por fuera de la familia, si hay alguien que lo conoce, ése es Agustín Radrizzani: es como su padrino”. Salesiano también, Radrizzani es obispo de Lomas de Zamora. Conoció a los padres de Romanín y a él lo trató tanto de niño como de seminarista, allá por el ’74 , en La Plata. “Tengo la sensación de que la gente está con Juan Carlos, y que con sus acciones le está dando credibilidad a la Iglesia. El Episcopado también lo apoya, sobre todo porque él es muy mesurado”, sostiene Radrizzani.
Esta cercanía al prelado de Lomas de Zamora no es un dato menor. Entre él y Bergoglio median, además de personalidades distintas, dos estilos a la hora de resolver tensiones. El sutil equilibrio que el obispo de Río Gallegos viene intentando mantener da claras muestras de esa escuela.
Toda la semana pasada, Romanín y otros religiosos mantuvieron un retiro espiritual en Caleta Olivia. El sábado lo pasó en la iglesia San José, de esa misma localidad. Cuando hoy retome la actividad diocesana, deberá meditar cómo sigue jugando su papel en la indescifrable Santa Cruz. Tal vez más que nunca la provincia del Presidente necesite de una “intervención divina”.
De 52 años, el cura de boina y buzo polar, que desvela al oficialismo y al mismo tiempo se ha transformado en garante del frágil equilibrio que hace años vive la sociedad santacruceña, nació en Sarandí, Avellaneda, en el seno de una familia de tradición cristiana. De padre italiano y madre argentina, Romanín es el mayor de ocho hermanos y su formación es fuertemente salesiana. Por su perfil dialoguista y antecedentes de tarea social, su llegada a Río Gallegos fue inicialmente presentada como la opción ideal para limar las asperezas entre la Iglesia y el Gobierno, que ya por entonces amenazaban con calcificarse. Por eso, cuando el 7 de enero de 2006, y de forma inesperada, el Presidente se dejó ver en la ceremonia de asunción del nuevo obispo, esto fue rápidamente leído como “un gesto”. Romanín venía a ocupar el lugar que por 14 años tuvo monseñor Alejandro Buccolini, un hombre de edad avanzada que había cultivado una buena relación con el gobierno santacruceño. Eduardo Arnold, candidato a gobernador por el peronismo disidente, asegura que Romanín “es una bisagra en los obispos de Río Gallegos”, y remata: “Acá, la Iglesia se renovó; el que sigue igual es el Gobierno”. No es el único opositor que tiene expresiones positivas hacia el cura. Y no es para menos. “Hoy, nadie podría ocupar ese rol que él asumió al frente de los reclamos”, reconoce Arnold. Los rivales del Frente Para la Victoria y los gremios carecían de una figura que aglutinase la demanda social y que, al mismo tiempo, no estuviera vinculada a un partido, para marcar una distancia entre protesta y campaña.
Tiran nafta. Romanín nació el 4 de noviembre de 1954. Su padre, Carlos (hoy fallecido, al igual que su madre), supo ser militante de la Juventud Obrera Católica. En diálogo con PERFIL, Daniel Romanín y Marta de Lucio, hermanos del obispo, lo recuerdan como “un pibe común, que jugaba al fútbol muy bien, de 9, hincha de Racing y Arsenal”. Sus otros pasatiempos eran dibujar, coleccionar estampillas y tocar el bombo en grupos folclóricos. A los 11 años ingresó al Instituto Salesiano de Bernal. Los estudios superiores de Filosofía y Teología los cursaría en los seminarios de La Plata y Villa Devoto. En 1981, a los 27 años, fue ordenado sacerdote y siguió su formación en Quito, Ecuador. Hasta 1991, se desempeñó como formador de seminaristas y encargado de los Exploradores de Don Bosco, en Avellaneda. Antes de su designación en Río Gallegos, fue párroco en Ensenada y director de la comunidad salesiana de Mar del Plata.
Daniel y Marta sostienen que “la actitud que tomó Juan Carlos es coherente con sus convicciones y su postura ante situaciones similares en el pasado”. Lo definen como “un tipo que busca el consenso y no piensa en ser oposición, pero que ahí donde va no se calla lo que ve”. Y desde que llegó a Santa Cruz, parece que vio muchas cosas. “A mí me piden que contenga, que ponga paños fríos, pero bueno, si después tiran nafta yo no puedo hacer más nada”, advirtió Romanín.
Fue durante su paso por Ensenada donde el cura tuvo los primeros contactos con los gremios. Se vinculó con trabajadores de los astilleros y del hospital local. Marta agrega un dato sensible: “Si hubiese estado en Misiones, también se habría involucrado”. Pero aclara que le sorprendió el nivel de exposición asumido por su hermano. Antes de Santa Cruz, era conocido como un hombre de perfil bajo, ajeno al estrellato eclesiástico y hasta con ciertas dificultades para hablar en público. “Ese tema lo sufrió mucho, en las primeras misas se mareaba y tenía que tomar medicamentos”, cuenta Daniel. Lo mismo responde el religioso cuando en Santa Cruz le preguntan si le interesa la política: “No es lo mío –dice–, me cuesta hablar ante tanta gente”.
Así y todo, el pasado 21 de agosto, el mismo hombre marcharía al frente de una multitudinaria marcha en repudio al ex funcionario kirchnerista Daniel Varizat, que el viernes anterior había mandado al hospital a 17 manifestantes luego de atropellarlos con su camioneta 4x4. Bajo su paraguas religioso, que ha garantizado que no se sucedan las conocidas “contramarchas” organizadas por el oficialismo, donde suele haber hechos de violencia, se encolumnaron todas las caras de la oposición y los dirigentes de los gremios estatales. Como único orador, Romanín exigió a las autoridades “que asuman la responsabilidad de gobernar”, y reclamó “el cuidado de las personas, la libertad de expresión, transparencia en los fondos públicos y la libertad de los tres poderes del Estado”. Desde esa noche, la ortodoxia K sueña con el traspié electoral sufrido en Misiones a fines de 2006, a manos del movimiento encabezado por el obispo Joaquín Piña. Otros, más realistas, saben que la intervención de Romanín es lo que en gran medida evita que la olla a presión santacruceña vuele por los aires. Su buen trato con el gobernador interino es clave. “Peralta es un peronista tradicional, dialoguista, y también es de familia religiosa”, dice un opositor. “Tienen una empatía que con Carlos Sancho (anterior gobernador) nunca existió”. Aunque lo mascullen, hoy ningún funcionario de los gobiernos nacional y provincial critica en voz alta los pedidos del cura. Uno de los últimos que lo hizo fue justamente Varizat, hoy preso.
Obispos y cardenales. Con cierta simplificación propia del clima político, Romanín fue presentado por algunos medios como un obispo “amigo” del cardenal Jorge Bergoglio. Sin embargo, su hermano sostiene que no está seguro de que conociera personalmente al cardenal antes de que lo nombraran obispo. Un miembro de la Iglesia que sigue de cerca al Arzobispado de Buenos Aires confirmó a PERFIL que Romanín “no es un hombre del riñón de Bergoglio” y que eso quedó en claro cuando fue el vocero del Episcopado, el presbítero Jorge Oesterheld, el encargado de mediar entre la diócesis de Río Gallegos y las autoridades eclesiásticas, para informar sobre la situación vivida en el Sur. Al mismo tiempo que legitimaba la intervención de un obispo “cuando la paz social corre peligro”, Oesterheld dejaba en claro la independencia de Romanín respecto del Episcopado. “No tiene que pedir autorización para actuar”, dijo el vocero.
En la Iglesia atribuyen esta postura a cierto hartazgo en Bergoglio de verse siempre señalado como “el cerebro” detrás de todo hecho político-social que ponga en dificultades a la pareja presidencial. En cambio, como dice el entorno de Romanín, “por fuera de la familia, si hay alguien que lo conoce, ése es Agustín Radrizzani: es como su padrino”. Salesiano también, Radrizzani es obispo de Lomas de Zamora. Conoció a los padres de Romanín y a él lo trató tanto de niño como de seminarista, allá por el ’74 , en La Plata. “Tengo la sensación de que la gente está con Juan Carlos, y que con sus acciones le está dando credibilidad a la Iglesia. El Episcopado también lo apoya, sobre todo porque él es muy mesurado”, sostiene Radrizzani.
Esta cercanía al prelado de Lomas de Zamora no es un dato menor. Entre él y Bergoglio median, además de personalidades distintas, dos estilos a la hora de resolver tensiones. El sutil equilibrio que el obispo de Río Gallegos viene intentando mantener da claras muestras de esa escuela.
Toda la semana pasada, Romanín y otros religiosos mantuvieron un retiro espiritual en Caleta Olivia. El sábado lo pasó en la iglesia San José, de esa misma localidad. Cuando hoy retome la actividad diocesana, deberá meditar cómo sigue jugando su papel en la indescifrable Santa Cruz. Tal vez más que nunca la provincia del Presidente necesite de una “intervención divina”.
3 comentarios:
Este cura señores, tiene HUEVOS, tiene valentía para decirle en la cara a nuestros nefastos gobernantes que son una porquería.
El 28 vota Romanín....
HAY UNA GRAN CANTIDAD DE CURAS EN LA PROVINCIA, HEMOS SUFRIDO CON EL CORRER DE LOS AÑOS, DISTINTAS CRISIS SOCIOECONOMICAS, PERO TENIAMOS AL JEFE EN LA PROVINCIA... HOY SI BIEN NOS SIGUE GOBERNANDO, LA GENTE SALIO Y SALE MULTITUDINARIAMENTE A LAS CALLES Y POR PRIMERA VEZ EN UN MOMENTO HISTORICO DE ESTA PROVINCIA, LA IGLESIA... O MEJOR DICHO EL OVISPO, ACOMPAÑO A LOS MANIFESTANTES AN CADA UNA DE LAS MARCHAS, SIENDO LA CABEZA DE LAS MISMAS, POR FIN TENEMOS UN CURA PARA EL PUEBLO. YO LO APLAUDO Y LE AGRADEZCO QUE RECORRA LAS CALLES CON NOSOTROS, EL FUE EL UNICO CAPAZ DE IMPEDIR, QUE GENDARMERIA ARRASARA CON LA CARPA Y LA GENTE EN LOS PRIMEROS DIAS DE LUCHA. HOY ROMANIN ES ORGULLO DE DIGNIDAD.
Hola soy Rafael Pernini, mi papá se encuentra detenido injustamente en la provincia de Santa cruz Rio Gallegos, él era policia y lo culpan por la muerte de mi mamá , yo y mis tres hermanos sabemos que se mato con el arma de mi papá, ella dejo dos cartas que estan en manos del abogado donde dice de la decisión que estaba por tomar en ese momento, solo por el hecho de que mi papá era policia lo condenaron si tener sufiecientes pruebas ya lleva 6 años detenido injustamente y la justicia no ha hecho nada al respecto por la liberación de mi padre, nosotros estamos desesperados ya no sabemos que hacer estamos luchando dia a dia por la liberacion de nuestro padre, necesitamos los medios para que esto se aclare o se investige ya que se encuentra involucrada la policia de santa cruz, les dejo el numero del abogado que lleva la causa : 0297.156240630 oficina del abogado: 0297.4893316 , mi numero de celular es: 0261.156012788, mis hermanos y yo estamos en Mendoza con unos familiares, pero no la hemos pasado nada bien , a nuestro padre no lo hemos visto desde que paso toda esta desgracia lo necesitamos tanto como él a nosotros, espero que nos puedas ayudar y que todo esto salga a la luz y que se sepa la verdad de una vez por todas y que nuestro padre salga libre lo mas pronto Posible,desde ya te agradesco el haber leido esta carta y espero te solidarices y nos puedas ayudar .
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