Cada vez estoy más convencido. Si Alicia, ese personaje entrañable de Lewis Caroll, en vez de despertarse en ese mundo absurdo con personajes locos y extravagantes se despertara ven la Argentina, estaría aún más confundida y perdida.
Viviría en un país con más de 100 mil infectados por la Gripe A, que se anima a paralizar todos los eventos públicos por miedo a que la lista de muertos aumente, pero que no puede frenar una final de fútbol a estadio lleno.
Viviría con un Gobierno con su sistema de salud colapsado, que no se negó a declarar una Emergencia Sanitaria pero que cuando intentó declararla se encontró con que un ex ministro de Salud, que ahora es embajador, la declaró en el 2002 y nunca nadie la derogó. Encima, dice que no puede contar con fondos, con los que en realidad ahora dispone desde hace siete años.
Viviría en un país donde el Gobierno adelanta las elecciones por razones económicas, en medio de un crack financiero mundial, pero en campaña se gasta el 83% del presupuesto anual asignado al plan de viviendas, el 70% del fondo para pavimentación, alumbrado y obras en municipios y el 60% de la partida para Vialidad Nacional.
Viviría en un país donde la Presidenta, sin reacción para resolver los problemas internos, viaja a pretender resolver conflictos internacionales. Pero ni siquiera la dejan aterrizar, hace turismo en otros países y, lamentablemente para ella, tiene que volver a intentar entender lo que ocurre en su Gobierno.
Viviría en un país donde los funcionarios corruptos son ratificados en sus cargos. Un gobernador es electo diputado nacional, un Jefe de Gabinete es Intendente y diputado nacional, el ex presidente es Primer Caballero y Diputado Nacional, Nacha es actriz y diputada nacional, Felipe es un diputado nacional que renunció pero que ahora es diputado nacional y Francisco, es un tipo común, ex menemista, ex duhaldista, casi kirchnerista, diputado casi sin asistencia a las sesiones y ahora, si, también, diputado nacional reelecto. Y donde con todos los problemas, la oposición sólo piensa en discutir de nuevo las retenciones para no perder el voto del campo. Nada tiene sentido.
Si Alicia conociera a la Argentina entendería que perseguir a un conejo blanco, naufragar en sus propias lágrimas, tomar el té con la liebre, conocer a un gato que aparece y desaparece y jugar al Croquet con la Reina de Corazones es, incluso, aún más coherente.
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