Nada que hacer. Nada que decir. Esa es la primera conclusión sobre el Honorable Concejo Deliberante de El Calafate. No tienen nada para decir. Es particular. Son cinco concejales, cinco representantes del Partido Justicialista, cinco kirchneristas. ¿Debate? No existe. Incluso, un importante medio de esa localidad, el portal Ahora Calafate, asegura que este año los concejales pretenden “hacer la plancha” para llegar tranquilos al 2011. Increíble.
Según su sitio oficial, el Concejo de la villa turística sesiona ocho meses, con tres meses de vacaciones pagas durante enero, febrero y julio. Incluso, parece que la vida en El Calafate, es maravillosa: durante todo el 2009, los honorables concejales sólo se reunieron 20 veces. Un promedio de tres sesiones cada treinta días. El consorcio de mi departamento se reunió 18 veces en misma cantidad de tiempo. Algo está mal.
Pero lo cierto es que la vida en El Calafate no es maravillosa, si lo es el lugar, pero eso no está en discusión. Me resulta simpático que en la apertura de sesiones del año 2010, el cuerpo de ediles firme un proyecto donde rechazan declaraciones mías a un programa radial, emitidas hace un mes. Me acusan de malicioso, con “propósito de difamar”. Cómo se equivocan ¿Qué dije? Lo cierto. El Calafate tiene en la política su peor enemigo, no existe un plan a largo plazo, vive del día y no avanza. El éxito o no de las temporadas turísticas depende exclusivamente de los visitantes extranjeros, beneficiados con el cambio. Es decir, el éxito depende de una política cambiaria y no de un proyecto turístico.
El Calafate es caro, no lo digo yo. Lo dicen los santacruceños. Sin olvidarnos del costo que tiene la canasta básica en El Calafate. Una persona sola, debe disponer de más de 1500 pesos para poder comprar lo esencial para el mes. No hablemos de una familia tipo, ni del abuso que realizan algunos comerciantes para obtener ganancias extraordinarias para salvar la temporada.
Me discuten que aseguré que en la villa turística había más de 16 hoteles cinco estrellas. Es verdad, pero también es cierto que aclaré que me refería a “hoteles de lujo”, hubo un error de interpretación o un error mío al explicarme. Denominarlos cinco estrellas es sólo una suerte de clasificación. Por ejemplo, Los Sauces, el hotel del matrimonio presidencial, es un hotel de lujo que no está catalogado como cinco estrellas. La idea era hacer referencia sobre la cantidad de establecimientos ABC1 que surgieron de 2003 en adelante, para un destino turístico sobredimensionado en su capacidad. Entre hoteles 4 y 5 estrellas, El Calafate tiene más de 22 establecimientos. Desde el municipio aseguran que el único hotel 5 estrellas es el “Posada de los Álamos”. Lindo es saber, que el hotel Imago, catalogado con 4 estrellas, propiedad del histórico tesorero del Frente para la Victoria, Raúl Copetti tiene una tarifa superior al del “único” hotel cinco estrellas. Algo no cierra.
Durante la última Fiesta del Lago, la misma que recibió la visita de la Presidenta, la mayoría de los hoteles establecieron jugosas promociones, algo que no se daba en años anteriores. Manotazo de ahogado. Situación que deja en claro que la temporada no fue el éxito que la Municipalidad dice que fue. Es lógico, lo van a negar y van hablar de datos oficiales. Discúlpenme, pero no creo en ellos. Creo en lo que me afirman los propios dueños de los hoteles, que hablan en voz baja para que el kirchnerismo hotelero no los castigue.
La importante es que los concejales no me discuten los problemas estructurales de su localidad, que también los mencioné y que tendrían que ser su prioridad. Cloacas, energía y agua potable. Tres enormes dificultades que El Calafate no puede solucionar. Insólito, en el lugar de Cristina, tres cosas fundamentales en algunos lugares brillan por su ausencia y en otros, funcionan a pedal. Uno de los que me acusa de malicioso es el concejal Daniel Albornoz. El mismo que creció bajo el ala del ex intendente Néstor Méndez, ese intendente que le regaló tierras fiscales a los amigos del poder a precio vil y que incluso habría beneficiado al propio Albornoz ¿Hay algo más malicioso que eso?
Tampoco escuché ningún concejal repudiar a su propia intendencia por pagar en forma directa y sin licitación 34 mil pesos a Alto Calafate, otro de los hoteles de los Kirchner, para hospedar a líderes sindicales.
Otro de los firmantes es la concejal Ana Ivovich, ex directora de Tierras de Méndez. ¿En algún momento se le preguntó por la responsabilidad que tuvo en el regalo de tierras fiscales? De eso, nada de nada.
En estos términos, mucho menos voy a pretender que defiendan a la industria santacruceña, no soy iluso. Por ejemplo, la municipalidad, según la orden de compra Nº 10.931/09 primero y luego el 13/01/10 por orden de compra 11.341, adquirió con dinero aportado por el Ministerio de Planificación Federal, varias toneladas de cemento a la empresa SUCH CONTRUCCIONES SRL a un valor $21.000,00 la tonelada. Un costo muy superior al que ofrece la cementera de Pico Truncado, la cual se construyó con parte de los fondos que la provincia tenía en el extranjero, con el objetivo de impulsar la poca industria provincial. De eso, nada de nada.
¿Por qué no firman un proyecto para pedirle explicaciones al intendente por la refacción de su despacho o cómo es el tratamiento que reciben los abuelos en el hogar de ancianos municipal? Nada de nada ¿Por qué no exigen mejorar la calidad y capacidad del hospital de El Calafate, que no está preparado para atender casos de extrema urgencia, algo clave en un localidad turística?.
Calafate todavía espera que se trate un tema clave: la protección de la comunidad contra incendios. El Calafate tiene un sólo destacamento de bomberos y la única solución fue sumar un autobomba usado de Santa Fe. La base está a más de dos kilómetros de las zonas altas de la ciudad y el sistema hidrante es pobre. Tampoco se resolvió una normativa que reglamente los sistemas eléctricos de cada una de las construcciones. Para eso no hay tiempo. Nada de nada.
La primera sesión era la oportunidad para tratar de buscar a los responsables que permitieron que para los fuegos de artificio que clausuraron la Fiesta del Lago no se respetaran las normas de seguridad establecidas por el RENAR. Se utilizaron cañones de 13 pulgadas, a metros de la gente, detrás de un escenario con material inflamable, cuando necesitan por lo menos, estar a 500 metros del público. Las cenizas todavía calientes, caían sobre la gente. Si algo salía mal, podría haber sido una tragedia. De eso, tampoco. Nada de nada.
Intenté comunicarme con algunos de los concejales, pero estaban reunidos con el intendente. Uno de los secretarios que me atendió de manera muy amable fue muy sincero: “No deje su teléfono, ellos no llaman”. No me quedó claro si llamé a concejales de El Calafate o a representantes del Consejo de Seguridad de la ONU.
Soy santacruceño. Quiero a mi provincia y por eso digo lo que digo. No mentí y ellos lo saben, pero lo van a discutir. Claro, tienen que hacer buena letra para Balcarce 50. Sólo de eso se trata.
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