ENTRE LA LEGALIDAD Y EL SENTIMIENTO

Tenía una opinión formada. Una idea creada desde una visión sectorial construida desde el cemento gris y la sombra de los edificios. Ahora, esa posición en parte cambió. Esta semana estuve en Gualeguaychú, cubriendo el corte del puente internacional General San Martín, sobre el kilómetro 28 de la ruta 136, que ya lleva más de tres años y la posibilidad del desalojo por parte de Gendarmería.


Conocí de primera mano sus argumentos, los ideales por los que pelean. Sigo sosteniendo que el corte se trata de actitud radicalizada que a mi criterio, ya no tiene sentido alguno, perdió fuerza y los coloca en una posición incómoda ante cualquier posibilidad de negociación. Pero ahora puedo decir que entiendo su postura aunque no esté de acuerdo con sus herramientas. Para ellos, el corte es una instancia superior, ya es parte de su vida, no se trata de un simple piquete. Es su lucha, su camino y también su tormento. No es por ellos, es por todos. No es para ellos, es para todos.
Para el sociólogo alemán Urlich Beck los movimientos sociales surgen a partir de que las desigualdades ya no se depositan en una clase social, sino que estas se individualizan y son comunes a todos. La Asamblea Gualeguaychú ya es un movimiento social. El Estado, con su inacción, los creo, hoy con su característica los quiere correr. Ellos estaban desnudos y sin armas, eso los llevó a la ruta. El kirchnerismo sonrió y decidió cerrar la boca. Ahora es tarde para acusaciones con el dedo de un lado y victimizaciones del otro.
Para Beck, el poder de los movimientos sociales no sólo se basa en ellos mismos, sino también en la calidad y el alcance de las contradicciones en las que incurren las industrias que producen y administran los peligros en "la sociedad del riesgo". En Gualeguaychú, los asambleístas lograron poner en la agenda un tema que el Gobierno no se animaba a tocar, al mismo tiempo que desnudaron las contradicciones de la omisión manifiesta del kirchnerismo.
Con el tiempo, deberán medirse las posiciones más radicales y consensuar con aquellas más moderadas y demostrar que no son "un grupito de caprichosos". Ese es su gran desafió y para eso, ya empezó la cuenta regresiva.

Algunas de las notas que escribí desde Gualeguaychú:


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