Crítico y analista de los medios, Miguel Wiñazki, aborda su concepto de “Noticia Deseada”, su último libro, desde su doble papel de filósofo y periodista. Recorre sus inicios en el periodismo y asegura. “Es fácil hacer clientelismo periodístico”.
Con el traje desarreglado, propio del ritmo de una mañana dividida entre los quehaceres de periodista, jefe de capacitación del diario Clarín y director de la carrera de Periodismo de la Universidad de Belgrano (UB), Miguel Wiñazki acepta el desafío de desmenuzar su último libro, “La Noticia Deseada”. Un hombre acostumbrado a estar en mil lugares a la vez y a repartir su tiempo libre entre las noticias y la filosofía, Wiñazki, no dejó ningún tema en la mesa. Arrancó el diálogo con un simpático “¿Ya está todo listo?”, colocó el celular arriba del escritorio, miró la hora y levantó la vista decidido a volver a recorrer lo caminos que lo llevaron a escribir su noticia deseada. Con sus respuestas deja visitar los laberintos que lo llevaron a ser un filósofo con el grabador y el diario en la mano. Miguel, como lo conocen dentro del ámbito académico, hablo del accidente de Carlos Menem Jr. ¿atentado?, el suicidio de Yabrán ¿sigue vivo? y realizó una fuerte autocrítica al periodismo actual.
-¿Por qué usted como filósofo decidió ejercer como periodista?
Miguel Wiñazki: - A los 15 años comencé cubriendo fútbol de Primera B con la intención de trabajar. No elegí al periodismo, sino que el periodismo me elige, porque llegó la posibilidad hacia mí. Empecé cubriendo fútbol de Primera. Mi primer partido fue Racing – Temperley. Inolvidable. Fue una circunstancia fortuita. Por casualidad, el corresponsal veía mal. Se llamaba Jorge González de Dios. El tipo decía “atento Yiyo, gol de Racing” pero no sabía quién había hecho el gol, escuchaba nada más. Entonces necesitaba a alguien joven que viera el gol y supiera de fútbol. Me pregunta en un encuentro si yo veía bien y si entendía de fútbol. Era el caso y me contrata. Fui elegido antes por el periodismo, porque a partir de allí empecé a trabajar en Radio Antártida y en Radio El Mundo, en diversas radios de segundo orden, primero cubriendo algunos partidos de Primera A, luego de Primera B y, al fin y al cabo, trabajando en el piso haciéndole reportajes a jugadores de fútbol.
-Pero… ¿Qué tiene que ver ésto con la Filosofía? ¿Cómo se pueden juntar las dos cosas, el periodismo y la filosofía?
- Me acerca a una pragmática, a una vida real de trabajo. ¿Si me apasionaba cubrir fútbol de Primera B?, no. Una situación permanentemente violenta. Pero sí me alimentó de la visión real de la sociedad argentina. Luego elijo, la Filosofía como vocación y el Periodismo como trabajo. Estudié muchos años Filosofía, hasta el día de hoy. En términos profesionales, lo que me dio la articulación entre Filosofía y Periodismo, en el mundo académico, fue el realismo que le otorga a una persona ser periodista y conocer el vestuario de fútbol de Flandria, que era un equipo de Primera B de Jáuregui, que hay que ir hasta ahí (risas), o la cancha de Almirante Brown o Tigre, donde hay que ir y sobrevivir. Luego, mi historia profesional como periodista, me permitió conocer diversos ángulos de la realidad, del poder, de los sojuzgados, de los humillados en este país y en otros lugares, muy especialmente la realidad del poder. En términos filosóficos el tema del análisis del poder y qué es la injusticia, y todo ese tipo de cosas. Las pude retroalimentar desde mi visión concreta de la vida periodística. Además, me ayudo a saber que es el trabajo fuera de la academia y en el trabajo, aplicar cosas de ella.
Con varios diplomas bajo el brazo, entre los que se destaca”Professional Journalism Fellowship. Knight-Wallace Fellows”, que se lo otorgó la Universidad de Michigan de Estados Unidos en el 2003, Wiñazky, sigue incorporando conocimientos y libros a su autoría (nueve libros en total). Especialista en Ciencias Políticas y profesor de filosofía, analiza la “Noticia Deseada”, su última creación…
-¿Cuál fue el disparador que lo llevo a escribir el libro?
- Me indignaba la ligereza de la opinión pública y de ciertos medios que confunden periodismo con ser espejo de la opinión pública. Hay errores garrafales en diversas investigaciones y mucho por clientelismo periodístico. Las noticias no se matan y los hechos por algún lugar aparecen. Primeramente la opinión es facilismo periodístico. Lo de Júnior y lo de Yabrán fueron disparadores importantes. Yo fui amigo personal de José Luis Cabezas. Ganamos un premio juntos, muy importante, realizamos viajes como equipo. Me desesperó lo que hicieron con él y seguí el caso personalmente, como parte interesada. También sabía que Yabrán se había suicidado. Esos dos errores de la opinión pública, creer que Yabrán está vivo y que a Carlos Menem Júnior lo mataron, me parecieron temas muy interesantes, contracorrientes. Si uno quiere tener éxito debe ir a favor de la corriente, pero la verdad es que un periodista no debe buscar el éxito. Es otro el camino.
- Con respecto a los otros casos que trata el libro… ¿Cómo los trabajó?
-El caso de Malvinas por cuestiones personales, ya que había vivido la cobertura de la guerra. Hay un libro que cuenta nuestras aventuras durante la guerra de Malvinas, como periodistas y tenia muchos deseos de que los sobrevivientes de Malvinas contaran aquéllo que fue el horror mediático, propiciado por la censura y la histeria de la opinión publica. El caso del gorila fue un caso secundario, pero me interesó también porque fue la noticia más leída en todo el mundo, y era muy llamativo. El caso de De La Rúa, fue producto de una conversación con Daniel Capalbo. En realidad primero fue el caso De La Rúa, después me agarró a mí la indignación por los otros casos. Daniel me dice “Che, De La Rúa, ¿es el caso inverso?”. Yo ya tenia la teoría de la noticia indeseada y cuando me lo cuenta me pareció fantástico. En realidad empecé a escribir el libro por este caso.
-¿Por qué siendo un libro periodístico la primera esfera es tan lenta, con tantas citas filosóficas?
-El libro pretende ser una articulación muy compleja entre periodismo y filosofía, que es una exposición de mi doble perfil. Por eso elegí el concepto de esfera. Efectivamente tiene dos ritmos: el ritmo de la filosofía, lo que llaman los filósofos la vía larga y el discurso periodístico, que está fundado en la concisión y la rapidez. El discurso filosófico, por el contrario, esta fundado en el análisis. De tal forma el texto es como todo lo que escribí siempre. Yo no puedo prescindir mi mirada filosófica sobre los hechos periodísticos, ni tampoco puedo dejar de ver la filosofía con un cierto sesgo periodístico, es una doble critica.
- Pero usar el doble discurso, el filosófico y el periodístico… ¿No le da como miedo a que un potencial lector empiece a leerlo y se aburra?
- Estoy convencido de que elijo no tener lectores masivos. Es una decisión. Yo sé y en las editoriales saben cuál es mi perfil y no voy a ceder en éso. Muchos lectores ni siquiera compran mis libros, ya por las primeras páginas. Por ejemplo, en el ámbito académico hay personas que han leído el libro y que me critican por haber puesto una parte periodística Ahora estoy escribiendo otro libro sobre Mariano Moreno que expulsa al lector desde la primera carilla. Lo que vende es lo que hace Lanata, que ha hecho barbaridades con la investigación periodística. Es fácil hacer clientelismo periodístico.
-¿Nunca escribió un libro pensando en el éxito editorial?
-No. Por ejemplo, cuando yo escribo el libro “El último Feudo” a Rodríguez Saá no lo conocía nadie y era muy difícil hacerlo, porque son tipos muy peligrosos y mucho más en 1995, cuando tenían la impunidad de ser desconocidos. Cuando yo ofrezco ese libro en Planeta, les pareció fantástico pero, además, me ofrecieron hacer un libro sobre la vida privada de los hijos de Carlos Menem. Eso hubiera vendido enormemente en plena época menemista, era la posibilidad de hacer dinero con los libros y yo no lo hice. Preferí hablar de Rodríguez Saá, un personaje crucial y nefasto de la historia argentina. Sabía que no iba a vender, pero cinco años después, Rodriguez Saa, fue presidente. Que queden los lectores que uno elige.
-En “La noticia deseada” usted identifica que la noticia deseada desde conceptos propios de la filosofía ¿Cómo se puede transcribir este concepto para un público más general?
-La opinión pública son las personas que hoy deben haber contestado una pregunta en una encuesta diaria en Clarín.com. El sistema de sondeos que pone a la opinión pública, en primer plano, es un sistema de anestesia. Es decir, yo opino sobre temas muy complejos con un clic y digo sí o no, y finalmente opino de cualquier cosa. Tiene un enorme peso. Los políticos están observando constantemente lo que enuncia la opinión pública. Cabe sospechar de toda opinión, en primer lugar, porque la opinión, filosóficamente, es el nivel de saber que puede prescindir de los hechos. En cambio, el saber mismo, se arraiga en hechos empíricos, necesitas los datos. Entonces, a Júnior ¿lo mataron o no? No importa lo que opines. La gente opina que lo mataron. La gente opina de cualquier cosa y además la opinión tiene otra característica: cambia, es volátil. El periodismo debiera ser una lucha contra la opinión, porque la opinión es decir lo que a uno le parece sin haber investigado. En términos simples, hay un acostumbramiento a opinar, lo cual implica tener anestesiadas las antenas analíticas, no indagar. No analizo nada y opino. Los hechos normalmente contradicen la opinión.
-¿Qué tratamiento le dio al libro la prensa?
-Me buscaron de muchos medios. Del interior del país, del exterior y concretamente en la Argentina, el anticipo salió en el diario La Nación. Hubo una crítica muy arriesgada en la revista Noticias, de Elio Gandolfo, que fue excelente. Muy arriesgada porque era darle la critica a un literato. Además yo había tenido una experiencia dura en Noticias. Estaba enfrentado con la revista y temía algún tipo de venganza, pero Fontevequia es un caballero y le dieron la crítica a Elio Gandolfo. Ahí había otro problema, que era la crítica de un libro, en la pluma de Gandolfo, un literato. Creo que los periodistas entienden mejor el libro porque para los literatos y teóricos el libro es insoportable. La otra crítica me la hizo Daniel Santoro en Ñ, que es un honor porque él es quién es. Todas las radios importantes de Capital, medios del interior y medios de Estados Unidos sobre todo vinculados con la Universidad de Michigan, se interesaron por el libro.
-¿El libro tuvo el impacto esperado?
-Si, yo lo que temía era una refutación. Escribir un libro periodístico es una vivencia que genera mucha ansiedad. ¿Por qué? Porque podés equivocarte. Una nota genera mucha ansiedad, una columna en un diario. Un libro con tesis que confrontan contra la opinión mayoritaria genera una enorme ansiedad.
-La tesis de “La noticia deseada”… ¿va contra la corriente de lo que normalmente creen los teóricos que lo que los medios hacen con la gente? ¿Por éso tenia ese miedo?
-Hay personas que estudian los medios, que pueden descalificar la tesis de “La noticia deseada”, porque la tendencia es la opuesta, la de creer que la opinión pública opina lo que opinan los medios. En realidad, lo que yo digo es que la opinión pública opina lo que opinan ciertos medios que hacen seguidísimo de la opinión pública, pero no opina lo que opinan los medios más serios. Entonces la tesis dominante se inclina a pensar que los medios construyen los acontecimientos. Lo que yo digo aquí es que la opinión pública también construye acontecimientos, que hay una coproducción.
-¿Cómo obtuvo la información que lo llevó a realizar las distintas investigaciones?
-Yo sabía lo de Júnior por el testimonio de periodistas deportivos que habían viajado en el helicóptero de Júnior. Uno me había dicho que Júnior intentaba pasar los puentes de la Panamericana por abajo. Tenía testimonios de periodistas como Christian Balbo, que lo vio aterrizar en la quinta de Olivos. En el libro, yo no me meto en la vida privada, pero la noche antes de morir Júnior estuvo con dos mujeres. Sin dormir, iba a hacer ese trayecto y luego a correr una carrera. Lo sabía porque por interés personal había estudiado preliminarmente la documentación más o menos seria y por testimonios muy taxativos de la gente que lo conocía. El caso de Yabran lo había investigado yo.
-¿Hubo una operación mediática?
En realidad es así, Rotundo, que trabajaba para Zulema Yoma, es un personaje siniestro para la historia argentina, asesor directo de López Rega. Es un ladrón, está prófugo. Rotundo es gay, ¿Qué tiene que ver? Él pagaba a muchachitos o presos a los que iba a ver en la cárcel de la zona de San Nicolás. Les ofrecía dos cosas, hacerles favores sexuales y seis mil pesos, son cosas que yo no cuento en el libro, y el les pedía que testimoniaran que habían matado a Júnior. Por seis mil pesos, presos, drogadictos, tipos con libertad condicional, iban a un medio y decían cualquier cosa. Un tipo que nombro en el libro es Eric Fuentes, que decía que era narcotraficante colombiano, tres días después de decir que lo había matado, él dice “No. Yo soy albañil peruano y no tenia guita.
-¿Por qué Zulema Yoma y Rotundo promueven la hipótesis del atentado?
-La más verosímil es que había un juicio de la mujer de Oltra por muchos millones de dólares. No es por el seguro del helicóptero, que era de los Yoma, sino que si ellos decían que Júnior se había muerto por imprudencia iban a perder el juicio contra la mujer de Oltra y entonces tenían que decir a toda costa que era un atentado. Esta es la hipótesis, a posteriori de la escritura del libro, más verosímil. Diciendo que era un atentado, no había juicio posible.
-¿Por qué predomina la Petocracia y no la democracia como lo afirma en su libro?
-La democracia implica entre la opinión pública y el Gobierno, una mediación. El pueblo en democracia no delibera ni gobierna, sino a través de sus representantes. Está roto el sistema de representación. Los medios lo han roto. Por ejemplo, “se me está cayendo la escuela”, llego a los medios haciendo una marcha y la arreglan. La sociedad descubre que como la representación no funciona, los legisladores son corruptos, no hay representación y que la manifestación o que la encuesta funciona. La petarquía seria: yo persuado a la gente de que quiera A y hago A. No hay representación, deliberación o un análisis. El caso de Chabán. No nos gusta que salga, opinamos lo contrario, pero de acuerdo al derecho tiene que salir. Depende de quién persuada a quién: puede persuadir el poder a la opinión pública o la opinión pública al poder. Es un sistema de persuasión por presión, pero no por deliberación autónoma y libre de los representantes. No hay representantes. Los adolescentes se representan a ellos mismos. “Vamos a romper todo y así van a arreglar la escuela”. Eso es la petarquía y persuade desde la acción misma. Se saltean todos los niveles de representación. Es un problema porque es la ruptura de la democracia deliberativa. Va para cualquier lado u obliga al Ejecutivo a decir una cosa y hacer otra.
-¿Por qué se identifica a las audiencias como tribus masivas?
El concepto de tribu es muy interesante. No tiene una connotación peyorativa. La tribu se cohesiona en función de un jefe que es un mago o un sacerdote al que la tribu respeta porque se considera que porta la verdad. Aquí ocurre en algún sentido como si fuéramos una tribu de millones de personas. Por ejemplo, se escucha a Lanata y decimos que tiene razón.
-En Argentina, ¿cómo convive el periodismo con el éxito periodístico?
-En Argentina hay una gran confusión y grave deterioro de la calidad periodística en función de ésto que se denomina éxito: periodistas desesperados a la búsqueda de pantalla, dinero y reconocimiento público. Un periodista no está para ser el famoso, eso puede ser un beneficio o un perjuicio secundario, pero no primario, no le interesa a ningún buen periodista.
- Realizando una mirada más actual y aplicando sus teorías… ¿Cuál cree que seria la noticia deseada en el caso Cromagnon?
-La Argentina necesita castigar. El tipo es un irresponsable, pero la noticia deseada sería que fuera culpable, que Ibarra fuera culpable, que haya tres o cuatro culpables y que no sea la gente. La noticia deseada es que la gente nunca fue. Los 3000 tipos que fueron con los bebés, con la bengala y todo éso, no fueron. Fueron estos otros, que probablemente también fueron. Hay una cultura de la bengala. En la cancha puede ocurrir una masacre en cualquier momento, se trasladan miles de personas en micro y se balean todos los fines de semana.
Miguel Wiñazki: - A los 15 años comencé cubriendo fútbol de Primera B con la intención de trabajar. No elegí al periodismo, sino que el periodismo me elige, porque llegó la posibilidad hacia mí. Empecé cubriendo fútbol de Primera. Mi primer partido fue Racing – Temperley. Inolvidable. Fue una circunstancia fortuita. Por casualidad, el corresponsal veía mal. Se llamaba Jorge González de Dios. El tipo decía “atento Yiyo, gol de Racing” pero no sabía quién había hecho el gol, escuchaba nada más. Entonces necesitaba a alguien joven que viera el gol y supiera de fútbol. Me pregunta en un encuentro si yo veía bien y si entendía de fútbol. Era el caso y me contrata. Fui elegido antes por el periodismo, porque a partir de allí empecé a trabajar en Radio Antártida y en Radio El Mundo, en diversas radios de segundo orden, primero cubriendo algunos partidos de Primera A, luego de Primera B y, al fin y al cabo, trabajando en el piso haciéndole reportajes a jugadores de fútbol.
-Pero… ¿Qué tiene que ver ésto con la Filosofía? ¿Cómo se pueden juntar las dos cosas, el periodismo y la filosofía?
- Me acerca a una pragmática, a una vida real de trabajo. ¿Si me apasionaba cubrir fútbol de Primera B?, no. Una situación permanentemente violenta. Pero sí me alimentó de la visión real de la sociedad argentina. Luego elijo, la Filosofía como vocación y el Periodismo como trabajo. Estudié muchos años Filosofía, hasta el día de hoy. En términos profesionales, lo que me dio la articulación entre Filosofía y Periodismo, en el mundo académico, fue el realismo que le otorga a una persona ser periodista y conocer el vestuario de fútbol de Flandria, que era un equipo de Primera B de Jáuregui, que hay que ir hasta ahí (risas), o la cancha de Almirante Brown o Tigre, donde hay que ir y sobrevivir. Luego, mi historia profesional como periodista, me permitió conocer diversos ángulos de la realidad, del poder, de los sojuzgados, de los humillados en este país y en otros lugares, muy especialmente la realidad del poder. En términos filosóficos el tema del análisis del poder y qué es la injusticia, y todo ese tipo de cosas. Las pude retroalimentar desde mi visión concreta de la vida periodística. Además, me ayudo a saber que es el trabajo fuera de la academia y en el trabajo, aplicar cosas de ella.
Con varios diplomas bajo el brazo, entre los que se destaca”Professional Journalism Fellowship. Knight-Wallace Fellows”, que se lo otorgó la Universidad de Michigan de Estados Unidos en el 2003, Wiñazky, sigue incorporando conocimientos y libros a su autoría (nueve libros en total). Especialista en Ciencias Políticas y profesor de filosofía, analiza la “Noticia Deseada”, su última creación…
-¿Cuál fue el disparador que lo llevo a escribir el libro?
- Me indignaba la ligereza de la opinión pública y de ciertos medios que confunden periodismo con ser espejo de la opinión pública. Hay errores garrafales en diversas investigaciones y mucho por clientelismo periodístico. Las noticias no se matan y los hechos por algún lugar aparecen. Primeramente la opinión es facilismo periodístico. Lo de Júnior y lo de Yabrán fueron disparadores importantes. Yo fui amigo personal de José Luis Cabezas. Ganamos un premio juntos, muy importante, realizamos viajes como equipo. Me desesperó lo que hicieron con él y seguí el caso personalmente, como parte interesada. También sabía que Yabrán se había suicidado. Esos dos errores de la opinión pública, creer que Yabrán está vivo y que a Carlos Menem Júnior lo mataron, me parecieron temas muy interesantes, contracorrientes. Si uno quiere tener éxito debe ir a favor de la corriente, pero la verdad es que un periodista no debe buscar el éxito. Es otro el camino.
- Con respecto a los otros casos que trata el libro… ¿Cómo los trabajó?
-El caso de Malvinas por cuestiones personales, ya que había vivido la cobertura de la guerra. Hay un libro que cuenta nuestras aventuras durante la guerra de Malvinas, como periodistas y tenia muchos deseos de que los sobrevivientes de Malvinas contaran aquéllo que fue el horror mediático, propiciado por la censura y la histeria de la opinión publica. El caso del gorila fue un caso secundario, pero me interesó también porque fue la noticia más leída en todo el mundo, y era muy llamativo. El caso de De La Rúa, fue producto de una conversación con Daniel Capalbo. En realidad primero fue el caso De La Rúa, después me agarró a mí la indignación por los otros casos. Daniel me dice “Che, De La Rúa, ¿es el caso inverso?”. Yo ya tenia la teoría de la noticia indeseada y cuando me lo cuenta me pareció fantástico. En realidad empecé a escribir el libro por este caso.
-¿Por qué siendo un libro periodístico la primera esfera es tan lenta, con tantas citas filosóficas?
-El libro pretende ser una articulación muy compleja entre periodismo y filosofía, que es una exposición de mi doble perfil. Por eso elegí el concepto de esfera. Efectivamente tiene dos ritmos: el ritmo de la filosofía, lo que llaman los filósofos la vía larga y el discurso periodístico, que está fundado en la concisión y la rapidez. El discurso filosófico, por el contrario, esta fundado en el análisis. De tal forma el texto es como todo lo que escribí siempre. Yo no puedo prescindir mi mirada filosófica sobre los hechos periodísticos, ni tampoco puedo dejar de ver la filosofía con un cierto sesgo periodístico, es una doble critica.
- Pero usar el doble discurso, el filosófico y el periodístico… ¿No le da como miedo a que un potencial lector empiece a leerlo y se aburra?
- Estoy convencido de que elijo no tener lectores masivos. Es una decisión. Yo sé y en las editoriales saben cuál es mi perfil y no voy a ceder en éso. Muchos lectores ni siquiera compran mis libros, ya por las primeras páginas. Por ejemplo, en el ámbito académico hay personas que han leído el libro y que me critican por haber puesto una parte periodística Ahora estoy escribiendo otro libro sobre Mariano Moreno que expulsa al lector desde la primera carilla. Lo que vende es lo que hace Lanata, que ha hecho barbaridades con la investigación periodística. Es fácil hacer clientelismo periodístico.
-¿Nunca escribió un libro pensando en el éxito editorial?
-No. Por ejemplo, cuando yo escribo el libro “El último Feudo” a Rodríguez Saá no lo conocía nadie y era muy difícil hacerlo, porque son tipos muy peligrosos y mucho más en 1995, cuando tenían la impunidad de ser desconocidos. Cuando yo ofrezco ese libro en Planeta, les pareció fantástico pero, además, me ofrecieron hacer un libro sobre la vida privada de los hijos de Carlos Menem. Eso hubiera vendido enormemente en plena época menemista, era la posibilidad de hacer dinero con los libros y yo no lo hice. Preferí hablar de Rodríguez Saá, un personaje crucial y nefasto de la historia argentina. Sabía que no iba a vender, pero cinco años después, Rodriguez Saa, fue presidente. Que queden los lectores que uno elige.
-En “La noticia deseada” usted identifica que la noticia deseada desde conceptos propios de la filosofía ¿Cómo se puede transcribir este concepto para un público más general?
-La opinión pública son las personas que hoy deben haber contestado una pregunta en una encuesta diaria en Clarín.com. El sistema de sondeos que pone a la opinión pública, en primer plano, es un sistema de anestesia. Es decir, yo opino sobre temas muy complejos con un clic y digo sí o no, y finalmente opino de cualquier cosa. Tiene un enorme peso. Los políticos están observando constantemente lo que enuncia la opinión pública. Cabe sospechar de toda opinión, en primer lugar, porque la opinión, filosóficamente, es el nivel de saber que puede prescindir de los hechos. En cambio, el saber mismo, se arraiga en hechos empíricos, necesitas los datos. Entonces, a Júnior ¿lo mataron o no? No importa lo que opines. La gente opina que lo mataron. La gente opina de cualquier cosa y además la opinión tiene otra característica: cambia, es volátil. El periodismo debiera ser una lucha contra la opinión, porque la opinión es decir lo que a uno le parece sin haber investigado. En términos simples, hay un acostumbramiento a opinar, lo cual implica tener anestesiadas las antenas analíticas, no indagar. No analizo nada y opino. Los hechos normalmente contradicen la opinión.
-¿Qué tratamiento le dio al libro la prensa?
-Me buscaron de muchos medios. Del interior del país, del exterior y concretamente en la Argentina, el anticipo salió en el diario La Nación. Hubo una crítica muy arriesgada en la revista Noticias, de Elio Gandolfo, que fue excelente. Muy arriesgada porque era darle la critica a un literato. Además yo había tenido una experiencia dura en Noticias. Estaba enfrentado con la revista y temía algún tipo de venganza, pero Fontevequia es un caballero y le dieron la crítica a Elio Gandolfo. Ahí había otro problema, que era la crítica de un libro, en la pluma de Gandolfo, un literato. Creo que los periodistas entienden mejor el libro porque para los literatos y teóricos el libro es insoportable. La otra crítica me la hizo Daniel Santoro en Ñ, que es un honor porque él es quién es. Todas las radios importantes de Capital, medios del interior y medios de Estados Unidos sobre todo vinculados con la Universidad de Michigan, se interesaron por el libro.
-¿El libro tuvo el impacto esperado?
-Si, yo lo que temía era una refutación. Escribir un libro periodístico es una vivencia que genera mucha ansiedad. ¿Por qué? Porque podés equivocarte. Una nota genera mucha ansiedad, una columna en un diario. Un libro con tesis que confrontan contra la opinión mayoritaria genera una enorme ansiedad.
-La tesis de “La noticia deseada”… ¿va contra la corriente de lo que normalmente creen los teóricos que lo que los medios hacen con la gente? ¿Por éso tenia ese miedo?
-Hay personas que estudian los medios, que pueden descalificar la tesis de “La noticia deseada”, porque la tendencia es la opuesta, la de creer que la opinión pública opina lo que opinan los medios. En realidad, lo que yo digo es que la opinión pública opina lo que opinan ciertos medios que hacen seguidísimo de la opinión pública, pero no opina lo que opinan los medios más serios. Entonces la tesis dominante se inclina a pensar que los medios construyen los acontecimientos. Lo que yo digo aquí es que la opinión pública también construye acontecimientos, que hay una coproducción.
-¿Cómo obtuvo la información que lo llevó a realizar las distintas investigaciones?
-Yo sabía lo de Júnior por el testimonio de periodistas deportivos que habían viajado en el helicóptero de Júnior. Uno me había dicho que Júnior intentaba pasar los puentes de la Panamericana por abajo. Tenía testimonios de periodistas como Christian Balbo, que lo vio aterrizar en la quinta de Olivos. En el libro, yo no me meto en la vida privada, pero la noche antes de morir Júnior estuvo con dos mujeres. Sin dormir, iba a hacer ese trayecto y luego a correr una carrera. Lo sabía porque por interés personal había estudiado preliminarmente la documentación más o menos seria y por testimonios muy taxativos de la gente que lo conocía. El caso de Yabran lo había investigado yo.
-¿Hubo una operación mediática?
En realidad es así, Rotundo, que trabajaba para Zulema Yoma, es un personaje siniestro para la historia argentina, asesor directo de López Rega. Es un ladrón, está prófugo. Rotundo es gay, ¿Qué tiene que ver? Él pagaba a muchachitos o presos a los que iba a ver en la cárcel de la zona de San Nicolás. Les ofrecía dos cosas, hacerles favores sexuales y seis mil pesos, son cosas que yo no cuento en el libro, y el les pedía que testimoniaran que habían matado a Júnior. Por seis mil pesos, presos, drogadictos, tipos con libertad condicional, iban a un medio y decían cualquier cosa. Un tipo que nombro en el libro es Eric Fuentes, que decía que era narcotraficante colombiano, tres días después de decir que lo había matado, él dice “No. Yo soy albañil peruano y no tenia guita.
-¿Por qué Zulema Yoma y Rotundo promueven la hipótesis del atentado?
-La más verosímil es que había un juicio de la mujer de Oltra por muchos millones de dólares. No es por el seguro del helicóptero, que era de los Yoma, sino que si ellos decían que Júnior se había muerto por imprudencia iban a perder el juicio contra la mujer de Oltra y entonces tenían que decir a toda costa que era un atentado. Esta es la hipótesis, a posteriori de la escritura del libro, más verosímil. Diciendo que era un atentado, no había juicio posible.
-¿Por qué predomina la Petocracia y no la democracia como lo afirma en su libro?
-La democracia implica entre la opinión pública y el Gobierno, una mediación. El pueblo en democracia no delibera ni gobierna, sino a través de sus representantes. Está roto el sistema de representación. Los medios lo han roto. Por ejemplo, “se me está cayendo la escuela”, llego a los medios haciendo una marcha y la arreglan. La sociedad descubre que como la representación no funciona, los legisladores son corruptos, no hay representación y que la manifestación o que la encuesta funciona. La petarquía seria: yo persuado a la gente de que quiera A y hago A. No hay representación, deliberación o un análisis. El caso de Chabán. No nos gusta que salga, opinamos lo contrario, pero de acuerdo al derecho tiene que salir. Depende de quién persuada a quién: puede persuadir el poder a la opinión pública o la opinión pública al poder. Es un sistema de persuasión por presión, pero no por deliberación autónoma y libre de los representantes. No hay representantes. Los adolescentes se representan a ellos mismos. “Vamos a romper todo y así van a arreglar la escuela”. Eso es la petarquía y persuade desde la acción misma. Se saltean todos los niveles de representación. Es un problema porque es la ruptura de la democracia deliberativa. Va para cualquier lado u obliga al Ejecutivo a decir una cosa y hacer otra.
-¿Por qué se identifica a las audiencias como tribus masivas?
El concepto de tribu es muy interesante. No tiene una connotación peyorativa. La tribu se cohesiona en función de un jefe que es un mago o un sacerdote al que la tribu respeta porque se considera que porta la verdad. Aquí ocurre en algún sentido como si fuéramos una tribu de millones de personas. Por ejemplo, se escucha a Lanata y decimos que tiene razón.
-En Argentina, ¿cómo convive el periodismo con el éxito periodístico?
-En Argentina hay una gran confusión y grave deterioro de la calidad periodística en función de ésto que se denomina éxito: periodistas desesperados a la búsqueda de pantalla, dinero y reconocimiento público. Un periodista no está para ser el famoso, eso puede ser un beneficio o un perjuicio secundario, pero no primario, no le interesa a ningún buen periodista.
- Realizando una mirada más actual y aplicando sus teorías… ¿Cuál cree que seria la noticia deseada en el caso Cromagnon?
-La Argentina necesita castigar. El tipo es un irresponsable, pero la noticia deseada sería que fuera culpable, que Ibarra fuera culpable, que haya tres o cuatro culpables y que no sea la gente. La noticia deseada es que la gente nunca fue. Los 3000 tipos que fueron con los bebés, con la bengala y todo éso, no fueron. Fueron estos otros, que probablemente también fueron. Hay una cultura de la bengala. En la cancha puede ocurrir una masacre en cualquier momento, se trasladan miles de personas en micro y se balean todos los fines de semana.
Entre sonidos de su celular, que no dejó de sonar en toda la mañana, se marcha, sabiendo que todavía le queda un largo día por delante y alguna que otra entrevista más. Miguel Wiñazki desaparece entre las escaleras del cuarto piso de la UB, paradójicamente, con un paso propio de una persona desorientada, pero seguramente con la tranquilidad que el brinda la filosofía, su vocación y la curiosidad que la aporta el periodismo, su profesión...
7 comentarios:
Hola Juan Cruz: Muy interesante tu página.
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es elvio gandolfo, no elio!!!!
¿De que puede hablar Wiñazki, que trabaja para el grupo Clarin? Decir que Carlos Menem hijo no fue asesinado es desconocer minimamente el tema pertinente. Hay mas de 10 testigos asesinados que aseguraron que a Junior lo mataron, mientras que los que dicen que fue un accidente estan vivitos y coleando.
Hay media docena de pruebas de ese asesinato, muchas de las cuales he publicado oportunamente y nadie puede refutar.
Entre ellas esta el peritaje que hizo gendarmeria nacional y demuestra los balazos en el fuselaje, pero es obvio que este imbecil de Wiñazki lo desconoce.
Respecto al éxitismo supuestamente vinculado a la invocacion del "homicidio", no existe semejante cosa. Yo que he investigado el tema Menem Jr he sido censurado en los medios y he sufrido severas amenazas ¿De que exitismo habla este idiota?
Muy bueno el blog, Juan Cruz
Wiñazki debería relatar acerca de su relación con la dictadura
Estimado Wiñazki:
Como docente e investigador de la UBA propongo realizar el Primer Congreso Nacional sobre relatores y comentarios del futbol argentino. Deseo su comentario al respecto, sobre todo por el homenaje que se le va a hacer a Yiyo Arangio, actualmente residente en La Plata.
Atte. DR. HORACIO E. RUIZ
LETRAS- EPISTEMOLOGIA E HISTORIA DE LA CIENCIA
Estimado Wiñaski.
Por primera vez en la historia de la Universidad se organizó, bajo mi dirección el PRIMER ENCUENTRO FUTBOL-LITERATURA el 3 de junio de 2014. Entre los asistentes estuvieron RAUL PEYRE, RAUL FERNANDEZ,DANTE ZAVATARELLI, JUAN C. MORALES Y YIYO ARANGIO.
Creo que este encuentro es el inicio de un nuevo modo de ver el fútbol en un ámbito académico. Me interesaría su opinión. Dr. Horacio E. Ruiz -UBA- Correo: horus1908@gmail.com. te 4956-2112
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