SIEMPRE ESTOY VOLVIENDO

Como diría Aníbal Troilo “¿quién dijo que me fui si siempre estoy volviendo?”. En cinco días volveré a pisar el barrio. Los chicos de la vuelta ya no están, la cancha de los mormones cambió (ya no hace falta subir al paredón de canuto) y de los vecinos de siempre sólo quedan algunos. Agustín y Mauro están estudiando. Ahora el que recorre las calles en bici es mi sobrino y la plaza de la escuela 10 sigue siendo un lugar de encuentro. La ría sigue siendo el lugar para ir a tomar algo antes de salir con amigos y el viento cada tanto se gana el fin de semana.

Es rara la sensación que siempre me produce el volver. Siempre es la misma, una mezcla de angustia con ansiedad y las ganas de que no exista el regreso. Gallegos es volver a ver las caras de los amigos y mirar el cielo con degradé de colores únicos. La familia y las mismas costumbres de siempre, el asado en la casa de Raúl, el Play con Julio y sentarme a la noche frente al televisor y charlar con el viejo. La habitación es la misma en la cual me vestí para ir a la cena de egresados de la primaria, es la misma en donde tiraba la bolsita del jardín, es la misma donde apoyaba la carpeta del secundario y es la misma en donde hoy tiro la valija, acomodo la agenda, los diarios y el grabador. El R12 sigue en la puerta y la sombra de los álamos de la vieja ya es importante.

Río Gallegos tiene ese no se que. Esa inyección de ganas. Muchas cosas cambiaron en estos dos años, muchas para bien y otras no tanto. Muchas desilusiones y muchas alegrías. Las cosas cambiaron, cada regreso es con la fuerza de poder decir lo que pasa. Muchas veces con miedo pero con la convicción de que se puede. La gente mira de otra forma, muchos que no saludaban hoy se acercan y muchos que saludaban hoy se esconden. Cosas de la vida, cosas de pueblo chico. Gallegos es la ciudad cordial, con ganas de ser grande y complejo de ser chica. Con ganas de cambiar pero con errores conservadores.

Pero creo en la gente que me vio crecer y de la que aprendí cada cosa. Creo en la escuela del club, en los retos de Capo y los momentos con el gordo Hugo, creo en las noches con Piojo y Cordero, creo en el viento y su intensidad, creo en la sensación de sentir el olor de casa y poder agarrar el teléfono y llamar sabiendo que del otro lado me están esperando, creo en la gente que me encuentra y lo primero que pregunta es por el viejo o por la vieja, creo en la charlas con los chicos donde el único protagonista es la vida de cada uno, creo en los recuerdos y la sinceridad del paredón del barrio, creo en las palabras de ella, que me conoció y estará siempre a mi lado, a veces desde la distancia, pero siempre acompañándome. No me importa si un rengo me amenaza o un politiquero se enoja, esta vez quiero salir y gritar que vuelvo, esta vez quiero salir y decir acá estoy.

El domingo entraré a ese cuarto oscuro por primera vez y la tranquilidad de poder volver a decidir por la tierra donde también caminarán mis hijos y que hoy tanto extraño. Esta vez vuelvo...