ACA HAY BUTTI ENCERRADO II

Corrían los últimos meses del 2005. Lázaro Báez viajó a Comodoro Rivadavia junto a Fernando Butti, su contador, con una idea concreta: convencer a los acreedores de la petrolera Misahar de que él era una buena opción para vender y de esa forma poder poner un pie en el mercado energético. El lugar de encuentro fue en el Hotel Lucania Palazzo, donde ya se había reunido varias veces con otro amigo de los negocios, el chubutense Cristóbal López. Faltaban minutos para que se cumpla el horario que se había fijado para la reunión. Butti entró al Hotel y se presentó ante los empresarios. Se saludaron y sin perder un segundo, la gente del petróleo sugirió de empezar la charla, pero faltaba un detalle: la presentación oficial de Báez. Es que los acreedores, a quién Lázaro tenía que impresionar, pensaron otra cosa: "¿No es su chofer?". "No no, es el señor Báez", respondió incomodo Butti. Aclarada la situación, empezó la charla.

Esta anécdota, que también se mencionó en la revista Noticias, cuentan que Butti no para de repetirla entre sus amigos. Así fue como el joven contador fue ensanchando su espalda y su palabra dentro de Austral Construcciones empezó a tener peso.

Se dice que los refranes son construcciones sociales, producto de la sabiduría popular. Hay un proverbio chino que dice algo así: "Si el alumno no supera al maestro, ni es bueno el alumno; ni es bueno el maestro". Pero hay un caso en el terruño K, donde el profesor fue bueno y el alumno mejor.

Fernando Javier Butti nació hace 31 años. Siempre se destacó y sus ganas de crecer pudieron siempre un poco más. Hizo las valijas en cuanto pudo y abandonó Bolívar, la tierra que lo vio nacer y que también acunó a sus padres. En el camino, se la cruzó a Andrea Cantín, hija del ex presidente del Concejo Deliberante de Río Gallegos y prima de Lázaro Báez. Ahí, su destino cambió 180 grados, dejó a su novia de la infancia y se mudó a Río Gallegos. Se recibió de contador y de un día para el otro se encontró sentado en la mesa chica del holding empresarial de Austral. Demostró que podía ser útil y se destacó por su lealtad hacía Báez, el número uno.

El poder es como la fama, en cuanto se sube a la cabeza nada bueno puede resultar. Austral Construcciones creció a fuerza de obra pública y de contratos millonarios con el Estado de la provincia de Santa Cruz y con el Gobierno Nacional. Así fue como una empresa creada a sólo nueve días de la asunción de Néstor Kirchner, formó un imperio infranqueable a costa de sociedades, relaciones con el poder, contratos irregulares y flujo de dinero. Todo en apenas tres años. Butti maduró detrás de la sombra de Báez: Primero en las filas de la constructora Palma S.A hizo sus primeras armas y después se constituyó como espada de Austral, el caballito de batalla de Báez. Al mismo tiempo, el zar de la obra pública lo ungió con poderes y con una clara e inobjetable cualidad: el poder de hacer y deshacer en su nombre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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