PELEA ENTRE CAPITALISTAS

Las retenciones moviles se tratarán en el Congreso y con eso termina una etapa del conflicto que flanqueó los cimientos más fuertes del Kirchnerismo. El campo diseñó una estrategia de cansancio y desgaste: le jugó a Néstor Kirchner con su misma moneda. Con muchos desaciertos, las entidades agrarias lograron colocar su discusión en los primeros planos de la política nacional.

Ahora es cuando se discute quién ganó, quién perdió, quien se favoreió y quién se desfavoreció. Si hay que hablar de ganadores, el Gobierno terminó empatando un partido que perdía por goleada a diez minutos del final. Lo hizo con juego sucio, jugando de local y sobornando al arbitro, pero en la planilla figurará empate y se llevará un punto.

En este curioso partido, es importante analizar el concepto oficial de democracia. El matrimonio presidencial cree firmemente que el voto popular es un cheque en blanco. Como bien dice un compañero, la democracia reducida a su máxima expresión: vota y andate a tu casa. Si ganaste, nos dejás hacer las cosas porque vos querías eso. Si perdiste, nos vas a dejar hacer las cosas porque hubo más gente que quería que las hagamos nosotros. Esa sería en pocas palabras la definición oficial de democracia.

En ese concepto, Kirchner brindó como antesala al acto de la Plaza de Mayo, su primera conferencia de prensa en cinco años. Su relajo fue quizás el principal indicio de su nerviosismo. Aceptó alguna que otra pregunta, contestó como más le gustó, chicaneó a la prensa, retó a los caceroleros, trató al campo de golpista y se fue aplaudido por algunos militantes que nada tenían que hacer ahí. En su discurso, repitió una y otra vez la palabra del momento: golpista.

¿No será que el argentino es golpista? A los jugadores de fútbol no le gustan los técnicos: juegan como el orto, construyen internas y los terminan echando. Al hincha no le gusta el presidente de un club: le hace marchas, prende fuego el estadio y pide su renuncia. No nos gusta la comisión del consorcio, juntamos firmas y los sacamos. No nos gusta un funcionario, le hacemos un escrache y le decimos que se vaya. Se pueden nombrar miles de ejemplos, adjuntando que al argentino le gusta el autoritarismo.

"Los débiles", no sólo no le gustan a Julio De Vido, sino que la historia argentina demuestra que al argentino le gustan los duros y con ello su sumisión. Se dice mucho, pero a la ahora de salir a la calle para defender ideas y libertades, agachamos la cabeza y buscamos la comodidad del personalismo. Todo es cuestión de compromiso, una materia que los argentinos la tenemos previa.

En cuestión de compromiso, los Kirchner se inventaron un pasado combativo setentista que resultó ser una excelente estrategia de marketing. Ahora resulta que estas con ellos o sos un golpista pro Videla. Se polarizó una pelea en la que nadie se animó a debatir. Creo firmemente en que la discusión entre el campo y el gobierno es una pelea entre capitalistas. Una pelea en la que el descontento contra las actitudes del matrimonio K terminó llevando al resto de la población a una guerra sin precedentes, donde se mezclaron ideologías y aristas. Donde el capricho se constituyó como valor primordial y se impuso el más fuerte.

En el capricho, Kirchner siempre está de campaña y en esa definición se esconde el por qué de un gobierno que no deja de lado las banderías políticas para constituirse como un gobierno para pocos en el que sólo se beneficia el que demuestra su absoluta sumisiónal poder.

No me interesa quién gana o quién pierde, sólo me interesa entender el concepto de democracia, donde pueda decir "no me gusta" y que eso no me catalogue como enemigo. Si de golpismo se habla, la historia todavía la reclamará a ciertas entidades agrarias, no a todas, un mea culpa que incluya el por qué de su constante guiño a las dictaduras más cruentas, pero al mismo tiempo la historia le reclamará al matrimonio presidencial su papel usurero, lejos de la lucha, mientras sus compañeros morían por sus ideales.

Mantener esa discusión, sólo beneficia al kirchnerismo, que con su conciencia sucia busca recuperarse de un pasado culposo.