NARBAY

Narbay sigue ahí, como una postal del pasado. Como una de las bases de un imperio, que ya desmoronado, se resigna a caer.

La que fuera la casa de Alfredo Yabran, está intacta. Las cadenas que sostenían el cartel de madera tallada que contenía la inscripción de Narbay, un anagrama del apellido del cartero, cuelgan vacías. El 20 de mayo de 1998, el ex empresario postal se suicidó y desde entonces, el chalet que fuera el significado de su ambición por Pinamar permanece vació y deshabitado. Aunque la casa se mantiene intacta y reluciente, ni las flores en el jardín, ni el césped recién cortado logran disimular la frialdad de Narbay.

Los vecinos de Pinamar afirman que desde la muerte de Yabran nadie más volvió a vivir en esa casa. No se alquiló, ni se vendió, nadie sabe exactamente quien maneja los destinos de la propiedad. Basta con golpear el frente de la puerta de madera para que se escuche el eco de un ambiente seco y desolado. Por la ventana se ven muebles desorganizados y espacios vacíos. Todavía, al levantar la cabeza, se puede ver claramente el noveno piso del edificio de la calle De la Ballena 99, desde donde los hombres de Gregorio Ríos vigilaban la casa del empresario. Y también desde donde la custodia de Yabran se comunicó con los policías involucrados en el asesinato de José Luis Cabezas.

A metros de Narbay se encuentra Barranquilla, la casa de Carlos, o Carlitos, como lo conocen los vecinos. Carlos es el casero de la propiedad de los Yabran. PEFFIL dialogó con él. Es una personaje raro, con una risa sádica. “Yo se donde está López. Está en el mar, anda a buscarlo”, dice en forma socarrona y se ríe de una manera extraña y cínica de sentido del humor. “¿Yabran? No se. Yo no se para quien trabajo”, afirma Carlitos que sin embargo admite que cada cinco o seis meses vienen a controlar la casa: “Pero se nota que no son familiares, ni los dueños. Son como administradores”, explica.

Según Carlos, el se hizo cargo del control de la propiedad hace un año y medio, sin embargo en la cuadra De Las Ballenas pareciera un histórico. Desde su casa se ve todo el predio que ocupa Narbay, que a los tiempos de hoy y al crecimiento económico de Pinamar, se pierde como una casa más. “¿Qué importa quién es el dueño de esta casa? Porque no van a buscar a López. Hay cosas más importantes. Yabran ya pasó, es viejo”, cuenta el casero mientras acompañan cada palabra con una risa.

La gente pasa frente a la mítica casa, y el conoce la historia señala y cuchichea. Es como si Narbay se convirtiera en un mito pinamarense, en la prueba del ocaso de su dueño..

1 comentario:

Anónimo dijo...

que importa NARBAY-YABRAN...
me importa el autor de este blog,
ay cositaaa, que estás rebueno!!
COMO SE HACE PARA TENER UNA
ENTREVISTA CON VOS, EH????
LO PRIMERO QUE TE PREGUNTARIA
ES SI TENES NOVIAAA... NO SOPORTARIA COMPARTIR NADA.
(no me dejes con la mirada
triste y cansada...)