Cuatros días para las elecciones. Cuatro días para que se hable de todo. Cuatro días para que la oposición se canse de hablar de denuncias a la "veda electoral", arreglo de fiscales" y posibles fraudes. Cuatro días para el oficialismo rompa la veda electoral, arregle fiscales y se arme algún que otro robo de boletitas.
"Un buen fiscal no roba boletas, de dos votos te suma cuatro", contó por estas semanas un viejo conocido en el terruño de los caciques bonaerenses. Otro fue más lejos: "Que viene a hablar Solá de fraude. La de votos que le robe en la Matanza para que sea gobernador".
Mientras pienso en todo lo que puede pasar, me ecuentro en eblog con un diálogo publicado en el 2003 por Fernando González en Clarín (Cuando el Gran Diario no estaba nerviosho), sobre la caída de Carlos Menem y el trasfondo en el abandono de cara a la segunda vuelta:
La última discusión fue por plata. "Se nos acabó la guita; no podemos pagarle a los fiscales", chillaron Maza y Eduardo.
—Pero, ¿cuánto se necesita para pagarles a los fiscales?—, preguntó De Narváez.
—Doce millones de pesos—, le respondieron secamente. Todos lo miraban. El empresario sacó una chequera de su saco y firmó un cheque por ocho millones.
—Muy bien..., acá hay ocho millones que pueden pasar a cobrar mañana. Pongan los cuatro que faltan y armemos la elección—, desafió. Los gobernadores reaccionaron rápido. "Aunque tengamos la guita, ya no hay tiempo para armar la logística", le dijeron, mirándolo como se mira a un principiante.
—Pero, ¿cuánto se necesita para pagarles a los fiscales?—, preguntó De Narváez.
—Doce millones de pesos—, le respondieron secamente. Todos lo miraban. El empresario sacó una chequera de su saco y firmó un cheque por ocho millones.
—Muy bien..., acá hay ocho millones que pueden pasar a cobrar mañana. Pongan los cuatro que faltan y armemos la elección—, desafió. Los gobernadores reaccionaron rápido. "Aunque tengamos la guita, ya no hay tiempo para armar la logística", le dijeron, mirándolo como se mira a un principiante.
Cada vez estoy más convencido. El domingo se enfrentan el hambre y las ganas de comer.
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