SE LE ESCAPO LA TORTUGA


Fernando Butti, supo bautizarse con las aguas benditas del poder pero ahora se quedó sin nada. Sin el padrino, sin el poder y suplica por el perdón.
Butti fue durante mucho tiempo la mano derecha del empresario santacruceño y socio presidencial Lázaro Báez. Gracias a sus coordinados movimientos, este joven contador se ganó la confianza de Lázaro y así se constituyó como el gerente principal del pool de empresas de Báez. Con poderes especiales, Butti se presentaba en nombre de su jefe. Esa tarjeta de presentación, más la confianza depositada en su firma, le permitió salirse de la ruta y construir su propio imperio. Pero el atajo no lo llevó a buen puerto.

En este blog contamos aquí, aquí, aquí, aquí y aquí cómo el contador de Bolivar hizo de las suyas y en poco tiempo comenzó a manejar una fortuna escandolosa con lujos que no se daba ni el propio Báez (Entre otras cosas mandó a realizar el valizado de la pista del aeroclub de Bolivar así podía aterrizar en un avión privado de noche, algo que no hizo ni el propio rey del pueblo: Marcelo Hugo Tinelli).

Incluso, esa serie de notas tituladas "Acá hay Butti encerrado" terminó en los despachos de los tribunales de Comodoro Py, donde también se lo investiga por sus vinculaciones en las causas que siguen el uso de facturas truchas en la obra pública.
Pero claro, el juego por izquierda no le duró mucho
. Alertados por el blog y por propios y extraños, el entorno de Lázaro empezó a controlar los pasos de Butti. Eso fue suficiente para que las diferencias económicas saltaran de golpe y los días de gloria del contador terminaran.

Sin embargo, cuando Báez pensó que había puesto fin a las andanzas de su creación, o que había logrado descubrir todas sus travesuras, se encontró con una nueva sorpresa de 200 mil dólares.
Hoy a la mañana (19 de Abril de 2010) se tomó la decisión de que los restaurantes "Puesto Molino" y "El Horreo" de Río Gallegos, propiedad del grupo de empresas de Báez, cerraran sus puertas.
¿Qué pasó? Los dos lugares eran gerenciados por Butti, que casi en una suerte de clemencia logró quedarse con el manejo de una parte de la pata gastronómica del pool. Según confirmaron fuentes de círculo íntimo de Báez, luego de un pormenorizado seguimiento se determinó una diferencia de 200 mil dólares en la compra de esos dos lugares. Del pago total de 600 mil dólares, parece que hubo 200 mil verdes que se perdieron en el camino.
¿Quién estuvo a cargo de la operación?
Así es, Fernando Butti. Todo indicaría que al igual que en las anteriores transacciones, el hombre de negocios operó a una parte de la sociedad que vendía y así habría obtenido su tajada.
Acabada su última historia, ya se hicieron las gestiones para que los locales vuelvan a sus dueños, mientras que los 21 empleados ya habrían arreglado sus respectivas indemnizaciones.
¿Qué pasará con Butti? No se sabe. Andrea Cantín, su actual mujer y sobrina de Báez era su salvo conducto y su carta de perdón. Sin embargo con esta última operación se descubrió algo más: "Andrea sabía lo que hacía Butti y eso ya no se puede perdonar. Al principio se pensaba que ella no sabía lo que hacía, pero con este quedó en evidencia que lo cubría", relataron a este blog las mismas fuentes. Esta situación lo pone contra la espada y la pared por eso ya estaría pensando mudarse de Río Gallegos, aunque no podría volver a su Bolivar natal porque ahí también es señalado por sus andanzas con la elite política.

En el transcurso de la semana seguirán saltando datos, lo cierto es que a Butti se le volvió a escapar la tortuga, esa misma que en este juego parece no tener más vidas.

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